domingo, enero 14, 2007

Volví =)

Ayer me trataron de reprimido sexual, me dijeron que era un homosexual encubierto, un pobre gay en piel de hetero ¿Es tan difícil aceptar el hecho de que mi sexualidad me importa a mi y a nadie más que a mi? Como mucho le importa también a mi pareja y sería. Yo escojo no definirme como homosexual ni como heterosexual, porque no soy lo uno ni lo otro; es cierto que tiendo a caer más en relaciones homosexuales que de las otras, pero no por eso soy un gay al 100%, es más, quien se declare 100% gay o hetero es el verdadero enfermo. No, tampoco soy bisexual, yo sólo soy. Hay días en los que las mujeres y sus cabellos eternamente perfumados no sólo me llaman la atención, me excitan hasta más no poder y otros días en que no, en que los niños con su virilidad brotándoles por los poros son mi centro de movimiento y punto de ebullición, otras veces, probablemente las más, no me importa los unos ni los otros; los veo, a ambos géneros, como un signo de estética andante, los veo como un adorno en la mesita de centro, como un cuadro colgando en el Louvre; despiertan muchas ideas y sensaciones, pero ninguna es carnal.

Así que no, no me considero un reprimido sexual por vivir mi sexualidad como me plazca. Si quieren llamarme imbécil, bastardo o algún otro improperio que tenga que ver con mi procedencia o la idiotez que me marca, sí, entonces tienen razón, porque si bien mi sexualidad no está reprimida, la que sí está reprimida es mi habilidad de relacionarme con la gente, soy un "maricón" porque uso a la gente a mi conveniencia y luego dependiendo del caso, me arrepiento de ello, pero eso no me hace un degenerado (sexualmente hablando) ni un reprimido. Ciertamente me hace una persona atormentada, pero nada que ver con mi ámbito sexual.

No sé porqué me duele tanto que se metan con mi sexualidad o que me miren como si fuera la escoria del mundo cuando me paseo por una playa de la mano de Javier, tal vez sea porque vengo de una familia donde ser "frutita" es normal, aceptable y nada del otro mundo, tal vez sea porque cuando atravieso el atlántico para visitar a los abuelos, las calles rebosen de parejas de distintos colores y géneros, sin que nadie se escandalice por ello. Supongo que lo único que quiero es irme de aquí.

Cambiando de tema. A casi dos semanas de mi última entrada, debo decir que me siento mucho mejor, que por primera vez en la vida actué como una persona normal lo haría y le conté todo a Javier, nos pasamos la tarde hablando y después que él hubo superado su ataque de celos en el que casi me saca un ojo, nos quedamos dormidos en su cama y alguien tuvo la amabilidad de echarnos un chal encima. Pasamos el año nuevo separados y yo ni siquiera me fui de parranda, me acosté tempranito para así dormir harto y poder estar fresquito en la puerta de Javier el 1 de Enero.

Aparte de todo lo bien que lo estoy pasando con Javi, salí con Karen el otro día y tuvimos una pequeña discusión que nunca terminé de entender de qué se trataba y mientras todo eso sucedía me encontré con la pelirroja del infierno. Nos cruzamos miradas, nos pasamos casi rozando los hombros, pero no nos dijimos nada. Fue extraño.

Y ahora, si me disculpan, voy a ir a almorzar, porque me muero de hambre.

A N T O I N E