lunes, octubre 23, 2006

Reste là

Si posteo tarde mal y nunca, no es porque no quiera, es porque no tengo tiempo. El tiempo de merde se me escapa entre los dedos como un líquido cualquiera, se disuelve como el azúcar en el té y se disipa como el humo contra el viento.

Entre las pruebas, las discusiones y las sesiones de estudio apenas me quedan un par de segundos para mirarme al espejo antes de salir, más que en un acto de vanidad, en un intento de asegurarme que llevo ropa puesta y no voy desnudo por la vida, no es que me moleste la desnudez propia o ajena; más bien dudo que a alguien le agrade la mía.

Pero basta de pavadas, un pequeño resumen de estas últimas dos semanas.

Hasta el pescuezo de pruebas, tratando de engañar al diablo para que me vaya bien en los finales, medio estresado, medio dormido, medio dopado, medio reventado; si sumamos los medios estoy seguro que obtendremos más de un Antoine y puede que eso sea tanto útil como innecesario.

Mi madre al final no se enojó por todo el asuntillo del maquillaje, a estas alturas ella está acostumbrada a que a mi me bajen las ganas de ponerme aritos, vestidos y otras tonteras que aquí no son de hombre, pero en mi mundo (y en el de ella), da lo mismo. Lo que le molestó fue que la llamaran al trabajo por una tontera como esta, así que al día siguiente, como ella no tenía clases, me llevó personalmente al colegio y pidió conferencia con el inspector correspondiente; le dio un par de "tips" sobre como hacer su trabajo y recalcó que si era tan importante que los alumnos no fuesen con maquillaje al colegio tal vez deberían ponerlo en la normativa, se podrán imaginar que eso no cayó muy bien, a nadie le gusta que le digan qué hacer ni como hacerlo y mi vieja es experta en eso. Todo terminó con una nota de anti-discriminación cuando dijo que si el rimel fuese tan problemático, tal vez deberían haber más personas en problemas por tamaña estupidez, ya que, y cito a mi señora madre, "cuando pasaba de recepción hasta acá me topé con al menos 6 señoritas que tenían rimel como arañas trpando por sus mejillas ¿por qué no veo que estén llamando a sus padres, ni regañándolas a ellas para que vayan a sacarse el maquillaje? ¿ah? ¿no será que esto tiene más que ver con que Antoine, siendo un hombre, tenga maquillaje?", después agregó que en todo caso nosotros ya habíamos discutido sobre esto en la casa y yo no volvería a ir al colegio, en horario de clases, con delineador, rimel ni nada por el estilo, pero no porque fuese algo malo, si no porque obviamente los inspectores se sentían atraídos a mi como la abeja al polen y no se preocupaban de lo que en verdad importa; justo en ese momento se armó una pelea en el patio y mi señora madre apuntó por la ventanilla con cara de "ese es su trabajo, no el mío" y se fue. Tengo que aceptarlo, mi vieja y yo no nos llevamos mucho, pero es la mejor cuando este tipo de injusticias suceden. Qué horrible ¡¡Creo que estoy madurando!! (Muerte lenta y dolorosa al idiota que se le ocurra felicitarme por esto).

Entre otras noticias, a mi profe de lenguaje y comunicación (me agradaba más cuando era *sólo* castellano), se le ocurrió que escribiésemos un cuento corto para el final del trimestre a modo de "nota de respaldo", si las notas no nos dejan muy bien parados, el cuento nos entregará un par de décimas dependiendo de que tan bien hecho esté. No se me ocurre nada que escribir, estoy seco de ideas, así que acepto sugerencias, en serio, las acepto, sin "peros" y sin frases sarcásticas ni hóstiles. Desde ya gracias.

A N T O I N E

PS: Hace un tiempo atrás me dijeron que era un poco hóstil con el par de mortales que se habían atrevido a comentar, lo lamento, a veces se me olvida que mi intesidad es un poco demasiada y tiende a perderse en las fronteras de la hostilidad y la belicosidad. Si algún lector (asumiendo que alguien aparte de Ice me lee), se ha sentido alguna vez herido por mis palabras, lo lamento, os juro que no era mi intención (Dios, estoy pidiendo disculpas t e n g o que estar madurando, no me agrada esa sensación).

martes, octubre 10, 2006

Les choses de la fée

Hoy día me suspendieron de clases por andar en mi fase de "hada". En la mañana, antes de irme al colegio, me entraron unas ganas tremendas de ponerme delineador de ojos y como no encontré el mío me puse el de mi mamá, que por suerte había quedado encima del mueble del baño; la verdad es que no me gusta su maquillaje, ocupa mayoritariamente "Oriflame"; con esa marca no me llevo, lo mío es "Maybelline", pero dadas las circunstancias, no me quedó otra opción. Yo creo que lo que me delató fue el rimel, lo admito, eso fue una exageración de la que no me pude resistir, sin embargo, nunca me imaginé que iba a ser el autor de tal escándalo.

En la agenda del colegio se estipula claramente que las mujeres deben ir al colegio con su pelo debidamente ordenado (uso del collet, de la traba o del cintillo de color azul, gris o blanco), también dice que los varones "se preocuparán de lucir un corte de cabello 'regular' y no les está permitido el uso de aretes y/o aros". En ambos casos el uso de piercings o tinturas está estrictamente prohibido. Técnicamente yo no rompí ninguna regla, pues en ninguna parte dice que a los hombres se les está prohibido el uso de maquillaje, lamentablmente (para mi), existe un artículo al final del libreto de reglas escolares que reza así: Toda situación no contemplada en los artículos precedentes será decidida por el director de cada sección y/o el consejo de profesores. Esto quiere decir que mi sanción por romper la más sagrada de las reglas inexistentes de mi colegio dependía directamente de mi habilidad social de "caer bien" al director de sección, he allí el porqué de mi suspensión.

Cuando llegué al colegio me gané una mirada desaprobatoria de mi profesor tutor que estaba discutiendo con el inspector algo sobre las informaciones de la formación matutina, pero no me dijo nada, me miró con el entrecejo fruncido y volvió a concentrarse en el discursillo de la mañana. Después de la dichosa formación y de aplaudir a los cabeza de músculo que habían vuelto de unas competencias con medallitas de oro, pasamos a nuestros respectivos salones de clases, el profe estaba enfermo así que nos había dejado unas guías con la psicopedagoga del colegio. Ella se encargó de que las hiciéramos rápido y bien ¡Les juro que lo único que le faltaba a esa mujer era un látigo! Bromas aparte, la guía no estaba tan complicada y como la terminé antes que el resto arranqué una hoja de la parte de atrás de mi cuaderno y empecé a garabatear porquerías a mis anchas, entre todos esos garabatos habían dibujitos de la Miss Claudia aporreando a sus alumnos para que trabajaran. Terminada la hora pasamos a dejar los trabajos al escritorio y salimos, como de costumbre yo era de los últimos, pero antes de que cruzara el umbral la voz áspera de la miss me detuvo, di media vuelta y con horror comprendí lo que pasaba, como la guía la había hecho con lápiz grafito, algunos de mis dibujos se "calcaron" en la misma guía. Me devolví y agarré mi trabajo y con la goma que la miss ya me ofrecía empecé a borrar, por suerte no se notaba lo que había dibujado, pero el desastre que había quedado en la hoja era de lo más humillante, sin mencionar que un trabajo no se puede entregar así y ahí me pilló de lleno la mala suerte. Estaba sentado en el escritorio del profesor cuando la miss se me acerca y abre la boca con una clara expresión de espanto.

"¿Tienes rimel en las pestañas?"

Me congelé una fracción de segundo en mi silla y luego como si nada respondí: "Sí, es Max Factor, pero se apelotona un poco ¿no cree?"

La psicopedagoga no pronunció otra palabra al respecto hasta que había terminado de pasar en limpio mi trabajo, se me había ido la mitad del recreo en ello, pero valía la pena a que me bajaran la nota por un error tan estúpido como el desorden.

"Vaya al baño a sacarse el maquillaje"
"¿Por qué?"
"Porque va contra el reglamento del colegio"
"¿Y dónde dice que no puedo usar maquillaje?"
"Sr. Avergne, es eso o la inspectoría"

Sin decir nada más me fui, obviamente no me fui al baño, pero a la inspectoría tampoco, total, la miss nunca tendría que saber que no hice lo uno ni lo otro.

Justo cuando tocó el timbre para entrar a clases pasa Javier por mi lado y me dice que me buscan en inspectoría, venía con la agenda bajo el brazo así que probablemente él ya había estado allí, eso me dio confianza en que no se trataba de mi maquillaje. Efectivamente, no era sobre mis pinturitas de cara, pero pronto se convirtiría en eso. Me pidieron el certificado por mi ausencia que me apuré en ir a buscar a mi sala y cuando iba de vuelta me crucé con la Miss Claudia que irremediablemente reparó en mi rimel, así que, escortado por ella, volví a la inspectoría y mi pesadilla comenzó.

Después de una discusión relativamente relajada sobre el uso de maquillaje y de la ausencia de una regla en contra de ello en la normativa del colegio, hubo una breve intervención por parte de la profe de matemáticas que pasaba por allí.

"Pero Antoine, no es de hombres usar maquillaje", eso me sulfuró un poco, conozco a varios hombres que les gusta ponerse delineador y no por eso ven amenazada su hombría, es más, en la TV es común que se maquille tanto a hombres como mujeres, sin mencionar que muchas veces los que más "arreglo" necesitan son los hombres (en comparación a las mujeres, que suelen tener belleza innata con o sin maquillaje).

Como me sentí levemente ofendido, me negué rotundamente a lavarme la cara y quitarme la pinta "travesti" que tan rápidamente me habían adjudicado. Para hacer el cuento corto. Llamaron a mi mamá para informarle que estaba suspendido y que debía pasar a retirarme, ella armó una pelotera porque estaba ocupada trabajando y cuando se enteró de la razón por la cual me estaban suspendiendo armó otra pelotera y pidió hablar conmigo, me gritó que en la casa íbamos a tener una conversación seria y luego colgó. Conociéndola, me va a armar rosca por haber usado su maquillaje siendo que yo ya tengo "pinturitas" propias. A final de cuentas me vine a casa sólo con la promesa de llamar a la inspectora o al inspector al llegar a casa. Lo cual, obviamente, ya hice, porque no quiero que me castiguen o me dejen condicional de nuevo, mis nervios no podrían soportar eso y es que la necesidad de portarme mal cuando menos debo hacerlo, es insoportable, la necesidad de decir "no" cuando sé que por mi bien debo decir que "sí", me maneja a tal grado que estar condicional en este colegio me obligaría a tener que irme, y, honestamente, ya no quiero seguir saltando de un lugar a otro. Estoy harto de cambiarme, estoy harto de perder amigos y conocidos, si los voy a perder, prefiero que sea por mi propia estupidez para con ellos, que mi propia estupidez para con el establecimiento de turno.

A N T O I N E

PD: Me llegó un mensaje de Javier.

"Lástima, te veías bien"

¿Me perdí de algo?

viernes, octubre 06, 2006

Étoile noir

No, no era un sueño, qué estupidez de mi parte.

Toda esta discusión de mierda partió ayer en el trabajo de filosofía, o más bien, antes del trabajo de filosofía, resulta que los otros dos del grupo se tuvieron que quedar hasta tarde porque uno debía una prueba y la otra chica tenía un drama con inspectoría y no sé qué más, me lo dijeron después, pero no me importa. Entonces, aprovechando la soledad, le dije a Javier que quería hablar con él. Su indiferencia fue abrumadora y la cara de tres metros que me puso se me quedó grabada en la retina. Tratando de alivianar el ambiente le pregunté si quería algo de comer, pero todo lo que hice fue empeorar los ánimos y lo que siguió fue una conversación más o menos así.

Yo: ¿Quieres algo de comer?
Javier: Bueno ¿quieres hablar o quieres comer?
Yo: Perdón, es que pensé que tal vez tenías hambre...
Javier: ¿Acaso quieres que te preste mis cuadernos?
Yo: No... no, bueno, podría ser... no, no.. yo...
Javier: ¿Trabajo de filosofía?
Yo: Tampoco, es sobre la... sobre tu polola.

Hubo un silencio incómodo que aproveché para sentarme a su lado en el sillón grande. Él me miró de muy malas pulgas y se fue a sentar al otro sillón.

Mi paciencia tiene límites, y dichos límites son estrechísimos, así que quien quiera que siga leyendo esta porquería de blog, se lo podrá imaginar.

Yo: ¡¡Hasta cuando cresta me sigues evitando!! Ni siquiera sabes lo que pasó...
Javier: ¡¡Por favor Antoine!! Es obvio lo que pasó, no necesito ser un genio para entender eso.
Yo: Javier, sabes qué, eres una mierda de persona.

En esta parte de la ahora discusión Javier encontró su parte sarcástica que ni siquiera él sabía que tenía, no recuerdo bien todas las cosas que me dijo, pero por Zeus! como las dijo, no sabía que Javier podía ser tan hiriente, en realidad, no sabía que Javier estaba tan dolido, más que enojado, sentido; y lo que más me impresionó, no sabía que sus palabras me podían hacer tan mal, no tenía ni idea de que tanto me importaba él.

Le echo la culpa a la mala crianza que tuve por lo que hice después, pues en vez de disculparme de una buena vez y tratar de encontrarle el lado suave a Javier, o al menos sacarlo de su lado oscuro, hice que se enojara aún más, le herí el orgullo tanto como pude y cuando por fin le hice perder el poco control que le quedaba, me agarró de la polera con la firme intención de golpearme y lo hizo, qué quieren que les diga, golpea como una niña de 5 años; con mucho sentimiento, pero nada de fuerza, sin embargo, se las arregló para sacarme sangre del labio. A gritos le dije que no era mi culpa que se hubiera metido con la primera mina que lo pescó, que no se asombrara de que haya resultado un verdadero fiasco y que yo nada tenía que ver con que ella, la maldita pelirroja del infierno, sea una psicótica de mierda a la que no le importan los sentimientos de los demás y ahí me jodió, porque reparó en lo obvio, a mi tampoco me importan los sentimientos de los demás.

Después de aquello me quebré, me puse a llorar tan fuerte que creí que me iba a morir, Javier se calmó un poco y se acercó a asegurarse de que en verdad no me estuviese muriendo, espero, a no ser que se haya acercado a asegurarse de que, efectivamente, me estuviese muriendo. Después de varios sollozos lastimeros le bajó la compasión y me puso la mano en el hombro. Yo me agarré de su camisa como un niño que teme perderse entre el gentío y él sólo atinó a tomarme las manos y despegarme de él, entonces, dijo algo que me hizo recobrar la compostura en un santiamén. Lo que más me duele es que eres un imbécil que no puede ver más allá de su nariz.

La llave en la cerradura anunció la llegada de mi señora progenitora y detrás de ella los dos especímenes con quienes debíamos hacer el trabajo, que, al parecer, habían estado tocando el timbre hacía rato y nadie contestaba. Los recién llegados nos quedaron mirando como tratando de adivinar lo que habíamos estado haciendo y, antes de que se formaran una idea errónea, mi vieja les hizo pasar y los invitó a almorzar. Me sentí super incómodo, porque no soy una persona a la que le guste admitir que también es humano y tiene sentimientos. Mis ojos rojos eran innegables, imposibles de esconder y el hilillo de sangre en mi labio tampoco ayudaba mucho que digamos, y entonces salió Javier al rescate.

"Traje lo que necesitamos en un CD, Antoine y tú hacen las cartulinas y tú y yo terminamos los esquemas". No sabía con quien tenía que trabajar, pero tampoco me importaba, silenciosamente me fui al baño a lavarme la cara y arreglarme un poco. No entiendo que se trae Javier entre manos, no entiendo que está pasando, pero sea lo que sea, esto ya nada tiene que ver con la pelirroja.

A N T O I N E

jueves, octubre 05, 2006

Mise à jour

Estoy harto del colegio. Estoy harto de mis compañeros, no, en realidad ellos están hartos de mi y ¡con razón!

Al menos Javier ya no pone cara de querer matarme cada vez que nos encontramos de frente en el salón de clases y eso es muy bueno teniendo en cuenta de que esta tarde nos tenemos que juntar para terminar un proyecto de filosofía que habíamos empezado en el primer semestre. Voy a tener a 3 personitas dando vueltas por mi humilde morada y una de ellas será Javier, las otras dos son inocentes ovejas atrapadas en el medio de una interminable discusión. Ya veo los titulares del mercurio: Muere adolescente por riña sobre una pelirroja. No, no es un titular para el mercurio de Valparaíso y mucho menos el de Santiago, pero algo es algo. Lo importante es que nuestras diferencias no afecten el trabajo, porque necesito desesperadamente que esta nota sea excelente.

Entre otras noticias, estoy enfermo. Odio enfermarme cuando hace calor, pero acá estoy, recién levantándome, con ojeras que me cuelgan hasta el ombligo y un dolor de cabeza que se los encargo. Como no puedo salir de casa nos juntaremos acá a terminar nuestro proyecto, si tan sólo pudiera recordar de que se trataba.

A N T O I N E

domingo, octubre 01, 2006

Rêves cassés

Estoy harto ¡Estoy podrido! de que me digan a todo que no. Estoy hasta más arriba de la coronilla de que cada vez que uno de mis sueños sale inocentemente de mi boca, me golpeen con el "no" de la absoluta imposibilidad, sin siquiera haber reparado en la derrota personal (de ellos, no mía) que significa decir siempre que no a los sueños, independiente de lo que nos digan las probabilidades ¿Acaso uds, señoras hijas de p#ta, no sueñan? ¿No tienen esperanzas? ¿Acaso cuando les preguntaban a los 5 años que querían ser cuando grandes, uds respondían "adulteces" como "quiero ser secretaria en una gran empresa para que mis jefes me humillen, se aprovechen de mi, me hagan propuestas indecentes y todo eso cree la base de mi suicidio prematuro (si es que se le puede decir "prematuro" a morir entradita en arrugas a los 40)", eso respondían? ¿No sería más bien: quiero ser astronauta, médico, arquitecto, princesa?

Fue Gabriela Mistral la primera idiota que nos golpeó con la "innegable" realidad. "Todas íbamos a ser reinas", íbamos, pero no pudimos, no quisimos, no alcanzó la plata, tuve que congelar, me enfermé, me casé, me asaltaron y, la peor, me dijieron que no podía.

Fueron los adultos quienes asentaron las bases para los eternos imposibles y lo más dolorosos y resueltos "no", a veces hasta cuesta creer que alguna vez estos adultos fueron niños con sus propias sueños e ilusiones; cómo se supone que hemos de llegar a algún lado si nadie tiene fe en nosotros y por nosotros. La fe mueve montañas, siempre me dice Javier (bueno, me decía, aún no nos hablamos), y por Zeus que tiene razón, si desde el principio nos hubieran tenido fe habrían más princesas y reinas entre nosotros, no es necesario tener un cetro y una corona de oro en la cabeza para ser de la realeza, sólo basta con poder estar contento con lo que se es y con lo que se tiene, pero como cresta vamos a estar contentos si desde nuestra más tierna infancia nos están truncando los suños y las esperanzas.

Y ya, se acabó, me callo, no tengo nada que decir, que mi imaginación sea esterilizada para así poder convertirme en otra oveja y vivir a gusto entre la familiaridad de la repetición y la estabilidad que el descontento provee.

A N T O I N E