martes, mayo 29, 2007

Comment puis j'attirer ton attention?

Je rêve de cette nuit,
Je rêve de m'éveiller et de recommencer à remarquer ta silhouette avec mes doigts.
Je rêve de t'aimer,
Je rêve de que tu me permets de t'aimer,
Mais je ne suis pas pour toi, ni toi pour moi;
Il n'y a pas de destin,
Il n'y a pas d'avenir.

Le seul qui existe est le vide.
C'est un creux froid,
C'est un creux douloureux,
C'est le vide que tu m'as laissé.
C'est le seul tangible qui me reste de toi.

Il consiste en le plus près que je vais être de t'avoir
Et le plus près que je vais être de te perdre.
Il consiste en le plus près que je serai de t'aimer.
Le souvenir de cette nuit.
Le souvenir indéniable de cette promesse muette;
Un salut unique, une perte terrible,
Le souvenir ambivalent d'un avenir défait
Le 'por quoi' de rêver est contre-indiqué,
Mais je nie,
Je me refuse.
C'est que ta chaleur me manque.
Nos corps en s'emmêlant dans l'aube me manquent
Je regrette me couler chez ton essence,
Me perdre dans ton attraction.
Rêver de t'avoir me manque,
Parce que maintenant que je t'ai eu,
Je ne peux rêver rien de plus que à arrêter de te perdre.

A N T O I N E

jueves, mayo 24, 2007

Une lumière en el camino

Ayer. Javier y yo en su casa.

- Muriel me invitó a una fiesta este fin de semana
- ¿Vas a ir? (Tratando de no sonar muy pesado).
- No.
- Ah...
- ¿No me vas a preguntar porqué?
- No, ya estás grande como para andar justificando todas tus acciones a tus mayores.
- Tú no eres mayor que yo (cojinazo).
- ¡Hey! Con suavidad, viste que ando sensible hoy día.
- Idiota...

Después de mucho pegarnos (en juego) y perseguirnos por la casa terminamos justo donde comenzamos, exhaustos.

- ¡Oye!
- ¿Qué?
- ¿Cuántas veces te he dicho que no fumes dentro de la casa?
- Ah verdad... (me pongo de pie y sacó la mitad de mi cuerpo por la ventana) ¿Javier?
- Dime.

Está de espaldas a mi, revisando algo en el computador

- ¿Por qué no vas a ir a lo de Muriel?

Se da vuelta, me sonríe y sigue en lo suyo

- Porque te quiero a ti y no a ella...
- ¿De verdad me quieres?
- No, te amo.

A N T O I N E

lunes, mayo 21, 2007

Epifanías melancólicas

Sábado recién pasado, por la tarde.

Estaba frustradísimo tratando de estudiar Física, tengo un examen monstruoso para el que ciertamente no estaba ni estoy preparado. En eso, cuando las pendientes, la fuerza roce y las elipses dejaron de tener sentido en mi cabeza, sonó mi celular. No era un numero conocido, pero decidí contestar igual.

- ¿Aló?
- Hola ¿Antuán?
- Sí, con él... (ya me cansé de corregir a la gente cuando pronuncia mal mi nombre o mi apellido)
- Hola, tal vez no te acuerdas de mí, soy Andrés
- ¿Andrés?
- En la fiesta de la casa de Leandro ¿Te acuerdas?
- ¡Ah! Sí... sí me acuerdo (era chico X)

Hubo un breve silencio incómodo y como él no hablaba decidí hablar yo.

- Disculpa, pero... ¿De dónde sacaste este número? ¿Quién te lo dió?
- Emm, Leandro se lo consiguió... pero si te estoy molestando no te preocupes, no te llamo más...
- No, no es eso, yo... igual necesitaba un descanso, la Física me está matando.
- Ah... ¿Física? ¿Qué estás pasando?
- Nada interesante, es que tengo que estudiar para un ensayo de PSU y además para una prueba, así que estoy medio loco con esto.
- ¿PSU? ¿Tú vas al colegio, yo pensaba que...?
- Sí, si sé que soy medio mayorcito para estar en el colegio ¿OK?
- Vale, no lo decía en mala... mira, te llamaba para preguntarte si querías salir a dar una vuelta o algo, pero te veo medio ocupado.
- Sí, tareas y estudio, si tan sólo tuviera alguien que me enseñara sería más fácil, pero la persona que por lo general me ayuda estaba ocupada... (Tengo un par de flashes de Javier sentando en una sala de CineMark con Muriel, sacudo mi cabeza un poco para dejar de pensar estupideces y me pillo rompiendo lo que queda de basta de mis pantalones).
- Ah... mmm... te propongo un trato, yo te enseño si tú sales conmigo a dar una vuelta después.
- Emm... ya, dale ¿Dónde?
- Si me das tu dirección te paso a buscar. Eres de Viña ¿no?
- Sí.

Acto seguido le explico como llegar a mi casa y él me avisa que va a llegar como en 20 minutos.

En esos 20 minutos doy vuelta mi habitación en busca de ropa limpia para terminar con los mismo jeans desgastados de siempre, el único cambio fue de polera y agregar una camisa manga larga, que por cierto era un cambio que venía necesitando, sólo Zeus sabe desde cuando no me cambiaba esa polera, sin embargo, estos detalles no vienen al caso. Después de lavarme los dientes y hacer el intento de peinarme, parto a la habitación de mi señora madre a contarle que va a venir un amigo a ayudarme con unas tareas. Ella me da una mirada suspicaz y ojea mi repentino cambio de vestuario, pero se queda callada.

Cuando chico X llega (que ahora todos saben se llama Andrés, pero le seguiré diciendo chico X), me pincha el cel y yo salgo a abrirle la puerta. Viene con un bolso destartalado en la mano y las llaves del auto en la otra. Lo hago pasar y le digo que me espere mientras voy a buscar a mi mamá.

Mando a mi vieja al Living mientras pateo mi desorden bajo la cama y luego, desde el segundo piso, le grito para que suba a mi habitación. Despejo un poco el escritorio y saco una silla de la oficina de mi mamá, con mi mano libre le hago señas para que pase a mi habitación y él, sin más, entra y se sienta en mi cama.

- Te invité a pasar, no a mi cama.

El muy idiota se sonríe, aunque, para ser francos, yo también me hubiese sonreído si alguien me dice eso.

- Entonces ¿Qué tenemos que estudiar?

Le muestro el alto de papeles que son mis guías y mis intentos fallidos de desarrollar los ejercicios, me pregunta si tengo algún texto o la materia, para suerte de ambos, últimamente he sido un muy buen alumno, así que tengo toda la materia en mi cuaderno, al cabo de una hora y media ya he entendido el 75% de lo que debía entender, sin embargo, estamos cansados, él está cansado de explicarme lo mismo una y otra vez y yo estoy cansado de pensar y tirar tantas líneas imaginarias en los lugares más recónditos del espacio.

- ¿Te parece que sigamos después? Estoy chato, enseñar no es mi fuerte.
- ¿En serio? Pero si íbamos tan bien... ¡Nah! Estaba esperando que tú dijeras que paráramos, yo tampoco doy más con esto.
- Entonces salgamos ahora.
- OK ¿Adónde vamos?
- ¿Adónde quieres ir?
- No sé, creo que cualquier parte mientras no sea el mall ni el shopping (“porque no me quiero encontrar con Javier” me faltó agregar).
- Bueno… a ver, si tienes hambre te invito a comer pizza ¿te tinca?
- Vamos, déjame ir a buscar plata.
- ¡No! “Te invito” eso quiere decir que yo pago.
- OK, voy a hablar con mi vieja, te aviso para que pases a despedirte

Fui donde mi vieja y le avisé que iba a salir y que Andrés ya se iba, ella me volvió a dar una de sus miradas suspicaces y me preguntó si no iba a salir con Javier en la noche, le dije que no sabía, que Javier estaba desaparecido, pero que si llamaba a la casa que me llamara al celular, mi vieja dejó de lado su novela de Daniele Steele y se paró para ir a despedirse de Andrés, o tal vez se apresuró tanto para asegurarse de que no se estuviese poniendo la ropa mientras yo ganaba tiempo, a veces es difícil saber a ciencia cierta estas cosas con mi señora madre.

Ya en el local de Pizza Hut hablamos muchas tonteras con chico X, resulta que él está en primero de plan común en la Santa María, una universidad de casi puros ingenieros que está en Valparaíso, de ahí que supiera tanta matemática y física. No es de acá, viene de Santiago y no quiso quedarse en el campus Santiago de la UTFSM porque quería salir del smog, tiene un departamento en algún norte de viña con algún oriente (por respeto a su privacidad no revelaré dónde exactamente) y vive con un amigo.

La verdad es que la pasé bien y necesitaba con mucha urgencia divertirme, todo este asunto de Javier y Muriel me tiene medio podrido y hace que me cueste concentrarme en clases y todas esas cosas que se supone no te deberían pasar, pero te pasan cuando estás enamorado… sí, dije enamorado, no lo puedo seguir negando, ni a mi mismo ni al resto, es la verdad, si no, cómo explicar que lo que pasa con Javier me afecte tanto, esto ya no es una cosa de orgullo y francamente me molesta un poco saberlo y reconocerlo, me molesta porque nunca me ha gustado apegarme a la gente, sin importar quien sea, por lo general terminan dejándome de lado sin importarles mis sentimientos ni mi persona.

- ¿Estás bien? – Me pregunta chico X
- Sí ¿Por qué?
- Nada, que de pronto te pusiste pálido… - Me toca la mejilla con ternura – Seguro que estás bien, si quieres te puedo llevar a tu casa o podemos ir a otro lado – Me sonríe
- No, estoy bien, después que termine de comer podríamos ir a dar una vuelta al muelle Vergara ¿te parece?
- Me parece.

¿Pálido? No sé si en verdad me puse pálido o él estaba inventando, pero lo más probable es que así haya sido, mientras estábamos ahí, rodeados de gente a la que no le importaba que fuésemos dos chicos comiendo juntos, no podía dejar de pensar en Javier y en como me hubiese gustado estar allí con él, pero me parecía algo imposible después de ese estúpido trato que hicimos y aún sin el trato, cómo salir con Javier a un lugar público y esperar que él la pasara bien… imposible, simplemente imposible, entonces qué, terminar con él… otra imposibilidad más, cuando lo que yo quiero es poder estar con él en una situación en la que los dos nos sintamos bien y que ninguno tenga que sacrificar tanto de sí para que el otro esté bien.

Como habíamos acordado, después de comer fuimos a caminar por el muelle Vergara, que estaba mucho menos concurrido de lo habitual, probablemente la hora, pues ya era tarde y oscurecía, o bien, las bajas temperaturas. Cuando llegamos al final del paseo custodiado por los puestos de artesanía, pasó lo que yo veía venir de hace rato. Chico X trató de besarme.

- No.
- Ah, perdón, yo creí que…
- Si sé lo que creíste, pero no.
- Pucha, es que la pasamos tan bien la vez pasada que pensé que ahora podríamos terminar lo que comenzamos….
- No soy una persona que llamas por teléfono cuando estás caliente, te encamas con ella y te vas… además, yo ya tengo novio y no estoy dispuesto a hacerle esto de nuevo.
- ¿De nuevo?
- Olvida que dije eso…
- O sea que aquella vez que nosotros…
- Sí, yo ya tenía novio aquella vez.
- ¿Quién?
- Se llama Javier… no sé si lo conoces, no creo.
- No, creo que no, wait ¿No era el que estaba medio pasadito cantando con una mina rubia?
- Sí, el mismo.
- ¿Él es tu novio?
- Sí ¿Algún problema?
- No, ninguno – se ríe, deja de reírse y me mira, pero de verdad me mira, me lee la mente, el corazón (que no tengo), el alma (que enterramos en el jardín trasero años atrás), me lee como si fuera un libro abierto – te pusiste pálido de nuevo.
- Debe ser el frío.
- Ajá – un dejo de ironía – Sí o puede ser que…
- No lo digas… sé lo que vas a decir, así que por favor no lo digas.
- ¿Tanto lo quieres?
- Sí.
- Ven, te llevo a tu casa.
- OK.

Apenas me bajo del auto chico X me dice: “El próximo sábado a la misma hora, te mando por mail lo que nos faltó de hoy día de Física y cualquier duda me puedes llamar al cel, para ti estoy disponible a toda hora”.

Le hago una señal con la cabeza que se supone debe significar “gracias” y él me lo entiende de esa manera. Se va y yo saco las llaves junto con mi celular que está vibrando pues ha llegado un mensaje.

«Aburrida la película. Voy para tu casa y llevo algo para comer? Te tinca? Javier.»

Marco la opción de “llamar” y me disculpo con él, le digo que al día siguiente a primera hora le iré a ver a su casa con desayuno en mano, pero que hoy estoy un poco mal, medio enfermo. Me dice que me tome un paracetamol o algo, puede que me esté resfriando, “sí, puede ser” le respondo “chao, amor, nos vemos mañana” me responde él. Cuelgo y me meto así, con ropa y con zapatos, a mi cama, en aquel momento y por las siguientes 8 horas al menos, ya no quiero saber del mundo.

A N T O I N E

lunes, mayo 07, 2007

Diálogos matutinos

Hablé con Javier. Demás está decir que no fue una conversación muy grata, pero al menos hablé con él.

Ayer, en un café del centro, lo invité a tomarse un helado, obvio que no tomamos helado porque hacía frío, pero sí me aceptó un café. Abrí la conversación con la siguiente pregunta: ¿Te asusta ser maricón? De ahí en adelante todo fue en picada, una caída libre de miles de metros, las nubes tan densas que me parecía algo imposible dar con el suelo.

Después de mucho meditar en la soledad de mi habitación, con mi mamá que pasaba cada dos minutos a pedirme que saliera a fumar al patio, me di cuenta de que lo que hizo Javier no tenía nada que ver con si me quería o no. Javier no es como yo, a él le importa lo que piense la gente de él. Después de una semana de estrujarme los sesos llegué a esa posible explicación. Tenía que saber si era así.

¿Te asusta ser maricón? Javier se limitó a mirar para otro lado y disimular que esta conversación, en aquel lugar, le daba vergüenza.

-Te lo pregunto- seguí -porque es la única explicación coherente con la que pude dar para que tú, el niño bueno, el que nunca miente, se haya metido con Muriel- un dejo de celos y dolor en mi voz, lo admito.

Javier me miró de reojo y me sacó un cigarro de la cajetilla, lo golpeó contra la mesa por el lado del filtro y se lo llevó a la boca, tomó el encendedor y me lanzó una muy breve mirada.

-¿Y a ti quién te contó? ¿Te lo dijo ella?
-No, te vi en la pieza con ella.

La mesera apareció con nuestros cafés en una bandeja reluciente, recuerdo bien eso pues no quería mirarla a los ojos, ni mirar a Javier, ninguna parte de él. Dentro de mi toda la pena que había sentido aquel día se estaba volviendo a reactivar y poco a poco se convertía en rabia, rabia expresada en unas casi incontenibles ganas de llorar. La muchacha, con su gracioso delantal negro, se fue sin que Javier ni yo le dieramos las gracias.

-Perdón- me dijo casi en un susurro, sin mirarme, con la cara vuelta hacia la calle, falsamente concentrado en un perro que ladraba a un árbol.
-No me pidas perdón, yo no soy mejor que tú...- Vi como una lágrima diminuta se asomó al pestañear, otro objeto brillante que ahora no puedo olvidar- ... después de que te vi me fui con un chico... tú me llamaste y yo estaba con él, por eso no contesté... yo...
-No quiero saber

Por supuesto que no quiere saber, yo tampoco quería saber, pero lo supe, lo vi, lo presencié y como a él le duele, a mi me dolió.

-Soy impulsivo, a veces no lo puedo evitar ¿Me perdonas?
-No tengo nada que perdonar...- Lanzó una densa bocanada de humo hacia el ventanal y tomó un poco de café.

Pasamos un par de segundos en silencio, momento que aproveché para tomar un poco de mi café.

-¿Javier?- hizo un sonido que pretendía indicar que podía seguir con mi pregunta -¿Tú, me quieres?- Silencio, un silencio casi sepulcral, interrumpido única y exclusivamente por la música de fondo, una melodía melancólica de piano -Te pregunto porque no puedo entender por qué cresta hiciste lo que hiciste, y ahora, que te enfrento y te lo digo, te comportas como si sintieras algo por mi, pero no te entiendo, no entiendo qué pasa ¿Estás conmigo o no estás conmigo? ¿Eres mi pareja o qué?
-¿Podemos salir de acá?- Esa fue su única respuesta.

Pagué el consumo, dejé una humilde propina y salí detrás de Javier. Le ofrecí un cigarro y al encender el mío tomé el encendedor en conjunto con su mano. Me miró casi mortificado y se apuró en alejarse y hacerse el desentendido.

-Eso es ¿verdad? Tengo razón... te asusta ser maricón.
-Puede ser...

Caminamos otras tantas caudras sin hablarnos. Doblamos por un poniente y fuimos a dar una ciclovía. Todo el rato yo iba pensando, tratando de poner en orden mis ideas, sientiéndome mal, sintiéndome mierda.

-¿Y por qué cresta no me lo dices? ¡¿Qué acaso soy adivino yo?!
-Es que Antoine entiende, yo no soy como tú, yo no soy capaz de hacer lo que se me antoje y que me importe una mierda lo que piense el resto, no puedo, simplemente no puedo... yo no puedo tomarte de la mano y quedarme tranquilo, ni besarte en público y seguir como si nada... tú no entiendes lo terrible que es ser maricón en este mundo.
-Sí Javier, sí lo sé, o tengo que recordarte todas las veces que me han amenazado por tener tendencias homosexuales, o las veces que me han pegado por eso, o cuantas veces me han rechazado cursos enteros por lo mismo... Tú conoces mi historia Javier, así que no hagas como que no te puedo entender... no eres él único que tiene el mismo problema... y aún siendo así.. ¿Por qué te metiste con ella? ¿Ah? ¿Acaso necesitabas probarte que podías? ¿Qué eres bien machito para tus cosas? ¿Ah? Que todavía se te para con las minas... ¿No, es eso?

Ese fue el punto de quiebre, Javier se quebró, como una ramita seca que simplemente no aguanta más presión se quebró. Lloró y lloró. Tanto que me dejó empapada la camisa y de paso yo solté mis lágrimas por ahí también.

Al final llegamos a un acuerdo, no sé si mutuo, pero acuerdo al fin y al cabo. Una idea que dije al aire por decirla y que terminé aceptando porque quiero demaisado a Javier como para haberle dicho que no, es una idea que al menos nos permite seguir juntos sin que Javier tenga que comprometer tanto de su parte.

Y he aquí la maldita idea. Javier va a seguir "viendo" a Muriel, va a salir con ella u otras chicas, va a seguir haciendo su vida de heterosexual como si nada y yo seguiré siendo su amigo, al menos para el resto, ya veremos como funciona aquello y si no funciona, si esto no tiene arreglo, pues nada, se acabó, así de simple, así de frío, así de terrible, se acabó.

A N T O I N E